Apasionados, eternos, fieles y, por su puesto, que amen tanto como se les llega a amar. Algo así como “ser correspondidos”. Ese es el ideal del amor. Es el imaginario del amor.
Durante 1 hora y 40 minutos Xavier Dolán, un joven director, escritor y actor de sus películas, es capaz de atrapar hasta a los ojos más conservadores con su última película. Los amores imaginarios (Les Amours Imaginaires) es una de las dos obras que ha sus 21 años, viene realizando un con resultado increíble, y no solo por los joven que es, si no porque en sus películas realmente te convences de la propuesta del director. La música, los diálogos, imágenes en cámara lenta, el vestuario, los detalles deliciosos y los planos delicados, hacen asemejar a la película con una pieza de ballet; a ratos apasionada, a ratos controlada. Pero el toque envidiable se refuerza en sus personajes: Francis, el amante silencioso, de imagen vulnerable, perfecto de pies a cabeza, que desde su sensibilidad actúa por la vida; Marie, la chica vintage, tan contenida en sus emociones y presa de su femenina actitud sosteniendo entre sus dedos, durante toda la película, un cigarrillo; y por último, pero no menos trascendental, Nicolás, el chico de cabello rizado que sabe que es bello y lo utiliza para seducir a las personas, sin importar el sexo. Un peligro andante.
No hay comentarios:
Publicar un comentario